Los Manipuladores. Están entre nosotros. Cómo reconocerlos y desarmarlos.
Los Manipuladores.
Están entre nosotros.
Cómo reconocerlos y desarmarlos.
ISABELLE NAZARE-AGA
Ed. Dinámica.
La finalidad de este resumen, no es otra que, acercaros a una lectura rápida de parte del contenido del mismo y, aconsejaros su lectura completa y en profundidad para suprimir la culpabilidad de la víctima y dar fuerzas para combatir al verdugo.
PRIMERA PARTE. LOS MANIPULADORES
“Todos ven lo que aparentas, pocos perciben lo que eres”. Maquiavelo, “El Príncipe”.
Los manipuladores se ocultan bajo diferentes máscaras, dependiendo de:
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La persona con la que se relacionen.
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La situación en que se encuentren.
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El objetivo que persigan.
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Manipuladores tipo simpático:
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Máscara más frecuente y más peligrosa.
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Manipulador relacional.
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Proceso de manipulación bastante discreto.
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Se accede a sus deseos por tratarse de una persona simpática.
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Factores que generan simpatía:
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Apariencia física.
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Similitud con nosotros.
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Determinadas familiaridades.
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Halagos.
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Asociaciones positivas.
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Lleva tiempo descubrir sus engaños –para algunas personas de 10 a 20 años-.
Cualidades del manipulador simpático:
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Tienen cualidades verdaderas y falsas, éstas serán descubiertas con el tiempo.
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Extrovertido, alegre.
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Habla con soltura y demasiado.
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Se revela eficaz, cualificado e inteligente.
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Ideas fantásticas.
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Un manitas para el bricolaje y la cocina.
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Su primer objetivo es meterse en el bolsillo a cualquier desconocido.
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No escatima elogios ….. luego pide favores.
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Crea rápidamente un clima de confianza, complicidad, alegría y seguridad.
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Sus muchos amigos cambian cada 2-3 años.
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El manipulador seductor:
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Dotado de un físico atractivo.
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Mira a los ojos.
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Hace preguntas embarazosas.
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Sus respuestas las desvía para parecer misterioso.
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Hace muchos halagos –excelente arma de influencia-.
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Este manipulador suscita fascinación, encanto, maleficio. Esta fascinación por él, nos reduce, nunca nos engrandece.
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El manipulador altruista:
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En un principio lo da todo a cambio de nada, permaneciendo a la espera de un principio social establecido: El principio de reciprocidad, dar según nos dan.
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Es muy amable: “Cuando pide parece que da”.
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Los manipuladores se aprovechan de nuestro sentimiento de “deuda” –cuando nos dan sin pedirlo-, luego te piden el doble de lo que te han dado. Son los manipuladores los que escogen el momento y la manera de saldar la deuda. Si te niegas introducen el principio de reciprocidad: “Cuando tú lo necesitaste, yo te ayudé”. Estas situaciones crean dependencia de él, la “amable trampa” está tendida.
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El manipulador culto:
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Se muestra sutilmente despreciativo con quienes no poseen los mismos conocimientos que él.
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Se expresa como si todo fuera evidente.
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Cita fechas, nombres y lugares sin dar ninguna explicación. Al final nos deja en blanco pese a nuestro deseo de aprender.
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Da impresión de gran cultura y decimos de él que es muy inteligente –que no siempre es así-.
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Disfruta monopolizando la palabra para hacer una exhibición de sabiduría sobre todo cuando hay público.
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Si tú conoces el tema del que habla a fondo, constatará rápidamente que te equivocas o mientes.
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El manipulador cuenta con la ignorancia de los demás y pone de relieve elementos que refuerzan su autoridad: sus títulos, su prestigiosa opinión, su edad, o mejor, su experiencia.
Deferencia hacia la autoridad:
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Benevolencia ante figuras de autoridad muy respetadas. No las ponemos en duda.
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La autoridad “es el que sabe lo que hace”. Nuestro instinto natural no cuestiona su status –Hitler manipuló masas enteras sin provocar una verdadera oposición-.
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Sumisión de los sujetos a las directrices de la autoridad.
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La sumisión a la autoridad o a los símbolos de la autoridad –título, ropa, accesorios …- no es en absoluto consciente.
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Este tipo de manipulador –que ostenta una forma de autoridad, incluso ilusoria-, tiene el poder de subyugarnos y de hacernos admitir lo que quiere.
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El manipulador tímido:
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Es difícil de detectar porque no es nada frecuente.
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Suele tratarse de una mujer, se muestra discreta e incluso insegura en público.
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Utiliza a su cónyuge o a un amigo o compañero para hacer llegar su opinión o sus críticas a la persona deseada. Se apropia de aval involuntario del mensajero.
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Esta manipuladora presenta una imagen de debilidad, vulnerabilidad y sumisión.
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Juzga “por detrás”, siembra cizaña o suscita sospechas.
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Provoca sutilmente los conflictos aunque dice detestarlos.
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El manipulador dictador:
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Fácilmente detectable.
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Sus críticas, sus ataques suelen ser violentos.
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Cuando necesita nuestros favores, utiliza la adulación.
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Por regla general, no hace cumplidos.
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Su entorno le teme.
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Obtiene lo que quiere, en parte, debido al miedo que suscita.
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Puede ser perverso.
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Está convencido de que la debilidad afectiva es un defecto inconcebible tanto en el ámbito profesional como personal.
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Lo que viven, sienten y piensan los demás no le interesa en absoluto.
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El control que ejercen debe de ser perfecto.
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Sus principios han de aplicarse a todo su entrono –profesional, familiar y social-.
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Sus “verdades” sólo se las aplica a sí mismo.
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Hay que estar pendiente de él –en la enfermedad y en los reveses-.
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Decir “buenos días”, “gracias”, “Por favor” es una pérdida de tiempo para él.
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Su comportamiento social no es adecuado, ni positivo.
CARACTERÍSTICAS DEL MANIPULADOR RELACIONAL
Los manipuladores pueden revestir numerosas apariencias, se trata de máscaras que utilizan para manejar mejor a los demás.
Ningún manipulador soporta las observaciones ni los reproches.
Treinta características:
Cuatro de ellas son consecuencia de los otras 26 características.
Un manipulador actúa como mínimo conforme a 12 características de la lista siguiente:
1. Culpabiliza a los demás en nombre del vínculo familiar, de la amistad, del amor, de la conciencia profesional, etc.
2. Traslada su responsabilidad a los demás o se desentiende de sus propias responsabilidades.
3. No comunica claramente sus demandas, necesidades, sentimientos y opiniones.
4. Responde muy a menudo de forma confusa.
5. Cambia de opinión, de comportamiento y de sentimientos según las personas o las situaciones.
6. Invoca razones lógicas para enmascarar sus demandas.
7. Hace creer a los demás que tienen que ser perfectos, que no deben cambiar nunca de opinión, que deben saberlo todo y responder inmediatamente a las demandas y las preguntas.
8. Pone en duda las cualidades, la competencia y la personalidad de los demás; critica sin parecer que lo hace, desvalorizando y juzga.
9. Hace transmitir sus mensajes a otros o los comunica de forma indirecta –por teléfono, en lugar de cara a cara, dejando notas escritas-.
10. Siembra cizaña y suscita sospechas, divide para reinar mejor y puede provocar la ruptura de una pareja.
11. Sabe hacerse la víctima para que se le compadezca –enfermedad exagerada, entorno “difícil”, sobrecarga de trabajo, etc.-.
12. Hace caso omiso de las demandas –aun cuando dice ocuparse de ellas-.
13. Utiliza los principios morales de los demás para satisfacer sus necesidades –nociones de humanidad, caridad, racismo, “buena” o “mala” madre, etc.-.
14. Amenaza de forma encubierta o hace un chantaje abierto.
15. Cambia radicalmente de tema en el transcurso de una conversación.
16. Elude o rehuye las entrevistas y las reuniones.
17. Cuenta con la ignorancia de los demás y hace creer en su superioridad.
18. Miente.
19. Falsea los hechos para averiguar la verdad, deforma e interpreta.
20. Es egocéntrico.
21. Puede ser celoso aunque se trate de un pariente o un cónyuge.
22. No soporta la crítica y niega la evidencia.
23. No tiene en cuenta los derechos, las necesidades y los deseos de los demás.
24. Espera frecuentemente hasta el último momento para pedir, ordenar o hacer actuar a los demás.
25. Su discurso parece lógico o coherente, cuando sus actitudes, actos o su forma de vivir responden al esquema opuesto.
26. Utiliza halagos para gustarnos, nos hace regalos o tiene muchas atenciones con nosotros.
27. Produce un estado de malestar o una sensación de falta de libertad.
28. Es absolutamente eficaz para lograr sus propios fines, pero a costa de los demás.
29. Nos induce a hacer cosas que probablemente no haríamos por voluntad propia.
30. Es constantemente objeto de conversación entre personas que lo conocen, aunque no se encuentre presente.
LOS DAÑOS PSICOLÓGICOS Y SOMÁTICOS.
Los manipuladores producen graves daños psíquicos en su entorno, debido a sufrir sus efectos desastrosos del manipulador. Son devoradores de energía. Un contacto prolongado con un manipulador produce sentimientos de culpabilidad, de agresividad, de ansiedad, de miedo o de tristeza. Nos sentimos menos libres mentalmente y disminuye nuestra libertad de acción. Como resultado, consecuencias orgánicas a estas emociones negativas, que aparecen cada vez con más frecuencia: Cefaleas, trastornos digestivos, nudo en el estómago o en la garganta, tensiones musculares, falta de apetito, bulimia. La ansiedad llega a provocar trastornos del sueño. Nuestro entusiasmo y humor cambia. Todos estos síntomas pueden convertirse en una verdadera enfermedad y ser causa de absentismo laboral. La enfermedad más frecuente: La depresión nerviosa. Los casos de destrucción absoluta desembocan en el suicidio.
El estrés que producen los manipuladores pueden desembocar en una depresión nerviosa.
El estrés.
Los manipuladores son los mayores factores de estrés –factor externo del estrés-.
El estrés es causa de enfermedad. Sensación de opresión, de nerviosismo, de ansiedad o de angustia. Es la reacción del organismo ante una situación nueva. El organismo intenta adaptarse a ella, y cuando le resulta demasiado difícil, aparecen los síntomas.
Cuanto más intenso es el estrés, más graves son las reacciones psicológicas, somáticas y comportamentales.
El 70% de los casos de cansancio no son de origen orgánico, sino psicológico causado por el estrés; además, podemos sentir:
En el plano psicológico: Ansiedad, depresión, desmotivación, disminución de la autoestima, pérdida de confianza, irritabilidad.
En el plano somático: Trastornos del sueño, digestivos, tensiones musculares, disfunciones biliares, trastornos cutáneos, sexuales, ginecológicos, síntomas cardiovasculares, dolores articulares.
En el plano comportamental: Agresividad, inhibición. Aumento del consumo de alcohol y/o del tabaco. Trastornos alimentarios: bulimia, anorexia. Agitación, hiperactividad e hipotonía.
En el plano de los resultados: Dificultad de concentración, los olvidos, la ralentización en las tareas debida a pérdida del entusiasmo, descenso en la productividad.
Cuanto más regular o permanente es el contacto con el manipulador –estresante-, más se intensifican los síntomas. Pudiendo causar enfermedades crónicas y graves.
El contacto prolongado con un manipulador es un asunto serio. Es un estresante muy poderoso.
El arte de la manipulación reside en su invisibilidad inicial.
Falsear los hechos para averiguar la verdad.
Es una de las técnicas de manipulación más notorias. La práctica más corriente consiste en hacer una pregunta en la que se incluye un elemento erróneo.
El manipulador es capaz de instaurar una corriente de complicidad para conseguir que su interlocutor baje la guardia. Puede mentir para ocultar el problema que le preocupa. Se trata de una táctica más sofisticada que la anterior –introducir un elemento erróneo en una pregunta-.
Sonsacar información falseando los hechos es de lo más eficaz.
En resumen, falsear los hechos, mentir, disfrazar las peticiones y salirse del tema son formas de comunicación malsana.
EL MANIPULADOR SIEMBRA CIZAÑA
Para manejar los hilos de las marionetas a su antojo y sin que éstas se den cuenta. Provocando la degradación en las relaciones. Provoca distorsiones entre los miembros del equipo.
El arte de provocar la sospecha.
El manipulador utiliza una lógica falsa: Hacer creer que te ayuda o beneficia, mientras te está dando una mala noticia.
La duda y sus técnica de cuestionamiento son una buena arma para poner fin a pensamientos irracionales y falsos esquemas de percepción.
Trata de sobrecargar a los demás.
“Me han dicho que … “. Haciendo que persista la duda. En tal caso, hay que liberar la ansiedad y no tener miedo de hablar sobre el asunto con la persona en cuestión. Debemos de ir a buscar la verdad a la fuente para poder sacar conclusiones. Para poder desmantelar la red de sospecha.
Perjuicios que se ocasionan: Desavenencias, división de clanes, desvalorización de unos miembros respecto a otros, falta de solidaridad, recrudecimiento de depresiones nerviosas, nerviosismo e hipersensibilidad en los conflictos.
Cuando los miembros del grupo tienen personalidades poco afirmadas, el manipulador manejará el grupo a su antojo, sin encontrar resistencia, introduciendo la idea de misión en común, proyecto en común.
EL MANIPULADOR Y LA DESVALORIZACIÓN
Lo propio del manipulador es desvalorizar a los demás para crear la ilusión de su superioridad. Todos los medios son buenos, desde la crítica más directa hasta la ironía más sutil, pasando por actitudes de indiferencia ante su presencia e incluso apostando por su ignorancia. El manipulador pone en duda la calidad, la competencia y la personalidad de los demás.
La crítica directa.
El manipulador no puede evitar criticar o, mejor aún, hacer que una cualidad pase por un defecto. El manipulador presenta la particularidad de repetir infatigablemente unas críticas la mayoría de las veces injustificadas. Así es como llegamos a sentirnos culpables de faltas irreales o insignificantes.
El estudio de la personalidad manipuladora parece confirmar el hecho de que los manipuladores no son conscientes de los daños que acusan con sus críticas, por muy punzantes y destructivas que sean. Las críticas dirigidas a los demás les permiten concebirse como absolutamente distintos, lo cual está fuera de lugar, pues la mayoría de las cosas que critican se acercan muchísimo a su modo de comportarse. Los psicólogos lo llaman “proyección”. El manipulador proyecta en los demás su propio comportamiento.
No hay que considerar digna de reflexión ninguna crítica hecha por un manipulador, a pesar de que nos diga que es por nuestro bien.
La ilusión de la perfección.
El manipulador siempre intentará desestabilizar su confianza en sí mismo poniendo de relieve el menor defecto o el menor error –según él-. “¡En el país de la mala fe, el manipulador es el rey!”.
¡POBRE MANIPULADOR!
El manipulador, dotado en ocasiones de un cierto carisma, sabe despertar nuestra compasión cuando se coloca en el papel de víctima. El manipulador atraviesa malos momentos –como todo el mundo-, pero con la particularidad de confesarnos dificultades inexistentes. Cuestiones entorno a las que giran sus quejas:
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Acusa a un entorno difícil.
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Se declara desbordado.
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Exagera sus problemas de salud.
EL MANIPULADOR CAMBIA DE OPINIÓN Y DE COMPORTAMIENTO SEGÚN LAS SITUACIONES
Para legitimar sus palabras, el manipulador no vacila en afirmar: “Lo entendiste mal”, “No escuchaste lo que dije”, “No sé de dónde has sacado eso” o “Me interpretaste mal”. Y lo hace con una seguridad desconcertante.
Los manipuladores niegan haber tenido la idea X y de esta forma despiertan en nosotros la duda. Parece convencido de que siempre ha pensado y dicho lo que declara en último lugar. No parece mentir conscientemente. Si se evidencian sus contradicciones, insiste obstinadamente en negarlas y se vuelve agresivo. El manipulador no soporta que se le cuestione lo más mínimo. Expone un juego de máscaras increíble.
EL MANIPULADOR NO TIENE EN CUENTA LAS NECESIDADES DE LOS DEMÁS
Impone sutilmente –el dictador, impone sin más-. Si un día usted se lo reprocha, él jurará lo contrario apoyándose en pruebas falsas. Su egocentrismo lo ciega y seguramente está convencido de sus buenas intenciones. Sólo les interesa su propia persona. No soportan que un individuo que no fuera él mismo, se convierta en el polo de atracción durante un rato. Siempre intenta captar la atención de los demás, aunque sea con medios irrespetuosos. Monopoliza las conversaciones.
El manipulador no dice lo que hace y no hace lo que dice. Su discurso parece lógico o coherente, pero sus actitudes, actos –comportamientos- o modo de vida responden al esquema opuesto. Por ello, se les escucha con admiración, ya que nos hablan de la cantidad de virtudes que tienen, pero la realidad es totalmente contraria. Pueden engañar durante años a todos los que les rodean –familia, amigos, compañeros …-.
El paralelismo de la personalidad manipuladora y la personalidad narcisista –DSM- IV-, es evidente. Su necesidad constante de admiración, unida a la cognición de base “Yo soy especial”, le hace ser tolerante a la crítica y no tener escrúpulos con los demás, a los que se cree con derecho a explotar. Quiere controlarlo todo y conseguir sus fines utilizando cualquier tipo de medio.
Miente para mantener sus ilusiones y las nuestras. Si dejamos de encontrarlo interesante, nos tira como si fuésemos un pañuelo usado. Por eso, envejece mal y solo, haciendo el vacío a su alrededor tras haber causado innumerables sufrimientos a cuantos le rodean.
Algunos manipuladores presentan características vinculadas a la personalidad paranoica, aunque en cualquier caso poseen una personalidad narcisista. Este trastorno de la personalidad no le impide, sin embargo, integrarse bien en la vida social. La mayoría de ellos incluso tienden alcanzar un éxito que quieren que todo el mundo les reconozca.
SEGUNDA PARTE
CÓMO PROTEGERSE DE LOS MANIPULADORES. LA DETECCIÓN.
La importancia de la detección.
Saber, a través de la lista de 30 características, si el individuo que tanto nos hace sufrir o sabotea nuestra organización es un manipulador.
Tener en cuenta las actitudes que el manipulador adopta con otras personas que no sean nosotros. El 90% de las personas son vulnerables a la manipulación. En ocasiones, ante una manipulación, nuestro cerebro es incapaz de percibirlo. A veces nos negamos a pensar que hemos sido el juguete de alguien.
Es bastante raro no ser capaz de reconocer actitudes típicas. A partir de ocho actitudes o características de la lista de treinta, ya se trata de una persona manipuladora. A partir de veinte características presentes en la misma persona, se trata de alguien peligroso para nuestra salud y nuestra situación actual –pareja, proyectos, trabajo, libertad, etc-.
El mero hecho de detectar a los manipuladores nos vuelve receptivos a las maniobras de dominación.
Algunos manipuladores pueden responder a dos cuadros diagnósticos diferentes. ¿Qué es la personalidad manipuladora?, ¿y una personalidad narcisista?, ¿paranoica?, ¿psicópata?,¿psicótica?.
¿Puede curarse la personalidad manipuladora?. Es posible si acude a consulta y posterior terapia, pero lo cierto es que ocurre en contadísimos casos.
Un manipulador no cambia por iniciativa propia. Tienen un miedo profundo a desagradar y no estar a la altura de sus ilusiones. No es empático, ni respetuoso con los demás.
Un libro muy recomendable, práctico y necesario. Por desgracia en la actualidad nuestra sociedad tiene y mantiene diferentes manipuladores que dan lugar a trágicos acosos en los colegios, en los trabajos, y digo trágicos, porque nadie tiene derecho a hacer sufrir, anular, enfermar y/o a terminar con su vida. Y no es exagerar, en nuestras mentes hay ejemplos de vidas destrozadas por seres que son totalmente prescindibles porque carecen de sensibilidad y tienen mucha maldad.
Es probable que recordéis el caso de Nevenka Fernández, que en otro momento os comentaré.
Deseo que os sea útil.