PARIENTE, Marto: “Hierro viejo“. Ediciones Siruela, S. A., 2024. Novela negra, policiaca. 209 páginas.
.
De nuevo, Marto Pariente nos sorprende con su cuarta novela negra, con “Hierro viejo“, historia muy perturbadora e impactante.
El autor se supera a sí mismo con el estilo de su narración al que nos tiene acostumbrados.
Se aprecia su crecimiento y madurez a nivel literario. Una novela muy trabajada y cuidada.
La trama, como en anteriores ocasiones, nos regala una buena dosis de intriga, suspense, vidas atormentadas, trágicas, disparatadas y, con gran acúmulo de maldad. Situada en un pueblo llamado Balanegra.
El personaje que me ha cautivado es el protagonista, Coveiro, el enterrador de Balanegra. Un hombre duro con cierto grado de sensibilidad, a veces difícil de entender, y buena dosis de valores, leyes, y normas.
Un ser implacable y generoso al mismo tiempo.
He echado en falta, una mayor profundización en las relaciones de algunos personajes, como la madre y sus hijos.
Emplea frases de la narración para titular los capítulos de la misma, y lo hace acertadamente:
“Tierra blanda donde enterrar los recuerdos”.
“Las peores mentiras se las cuenta uno mismo”.
“Hierro viejo no suelda bien”.
“Al final se llega con traje de madera”
“La flor y la nata de las sardinas en lata”, de gran sonoridad.
Otras frases:
“Hay que limpiar a todo aquel que participe en el trilero”.
“Su maquillaje -de un payaso- sonreía, él no”. “…provocó una doble mentira en su rostro”.
Marto Pariente es una apuesta segura. Sus novelas gustan, enganchan:
“Una bala para Riley”, “La cordura del idiota”, “Las horas crueles” y “Hierro viejo”.
PARIENTE, Marto: “Las horas crueles“. Espasa, sello editorial de Editorial Planeta, S. A., 2023. Novela negra policíaca rural. 517 páginas.
.
Marto Pariente es un autor, que me encanta como escribe y lo que cuenta.
Un lenguaje ágil, empleado con precisión, va de lo vulgar a lo culto, y viceversa, según quién hable, según sus pensamientos y sentimientos. Con expresiones ocurrentes y graciosas. Como ejemplo: “Un trasiego permanente de gente que parecía llevar la prisa cosida a los talones como una segunda sombra“.
Muy descriptivo, con pinceladas certeras, que nos hacen imaginar lugares y escenarios concretos, personajes potentes con todo tipo de detalles, que Marto Pariente se encarga de dosificar hasta la última página consiguiendo así mayor intriga y, abocarnos a la dependencia de la lectura y seguir descubriendo la historia.
Desde la primera novela que leí del autor, “Una bala para Riley“, 2015, he pensado que son historias que podría aprovechar el cine. Para un guionista, las novelas de Marto Pariente, serían “pan comido” por la forma tan concisa y plástica que tiene el autor en describir las diferentes escenas.
Su segunda novela “La cordura del idiota“, 2019, me enamoró totalmente, por la maravillosa construcción de los personajes, el engranaje de la intriga, y la tensión hasta la última página.
Ambas reseñas de las novelas las podéis encontrar en el índice de esta página web.
“Las horas crueles“, 2023, es una novela más literaria que las anteriores, Marto Pariente cuida la forma al detalle. Hace más bonita la estructura donde inserta su nueva historia. Nos cuenta con una intriga llena de tensión que hace 30 años, el monstruo de la Tejera Negra, en la sierra norte de Guadalajara, cumplió pena de cárcel en el centro penitenciario de Herrera de La Mancha por la desaparición de sus hijos pequeños. Tomás Moreda condenado y juzgado, pero los cuerpos nunca aparecieron.
Poco a poco y bien dosificados van surgiendo los personajes: Frank Durán, un expolicía expulsado del cuerpo y reconvertido en detective, Eliana Santoro, que tiene una gran intolerancia al alcohol desde la más tierna infancia y fantasmas para dar y repartir, trabajadora en una empresa curiosa “Constanza y Desaparecidos“, que pretende mantener la esperanza de las familias; el inspector Méndez, dando todo por su gente, por sus amigos; Abraham Constanza, dueño de la empresa “Constanza y Desaparecidos“; los primos Víctor y Ulises Lázaro; Santana, Samael, los hermanos Chuso y Chema Valverde, los “marqueses”.
Van apareciendo los escenarios: sierra norte de Guadalajara, río Bornova, pantano del Alcorlo, sanatorio mental de Alcohete, camping de El Marquesado, mina de plata La Mala Noche, …
Surgen las situaciones encajándose como piezas de un puzzle, que una vez más, Marto Pariente lo consigue de forma exitosa.
Creencias ancestrales, mitos, leyendas. Una historia increíble, cruel donde las hay, que engancha al lector desde el principio.
Creo que nos encontramos ante una mina, y no precisamente de plata, pero sí, literaria.
Casi ha pasado el verano y, ¿aún no has leído “La cordura del idiota” de Marto Pariente?
Pues ya estás tardando…
Os preguntaréis por qué hago este recordatorio. Hace poco vi la serie española “Hierro”. Me encantó. Tiene cosas en común con esta novela: se desarrollan en un entorno pequeño y cerrado en dos lugares españoles, pertenecen al mismo género -country noir-, personajes con sus claros y oscuros, narcotráfico, homicidios, intriga… Me llevó a recordar lo que dije y me gustaría que sucediera.
Como ya os comenté en mi reseña, con fecha 4 de junio de 2019, que podéis volver a leer. Es una novela que por su estructura, magnífica historia y su género de novela negra rural, tiene todos los ingredientes necesarios para llevarla al cine como un thriller de gran éxito.
Imagino, querido lector, que te gustará leerla antes de ver la película –¡Ojalá!-.
Si coges el libro en tus manos no podrás dejar de leer hasta su finalización.
¡Ánimo, Toni Trinidad y el resto de los personajes, te esperan!
PARIENTE, Marto: “La cordura del idiota“. Ediciones Versátil S.L., 2019. Novela negra de género rural. Colección Off Versátil. 285 páginas.
.
Marto Pariente con su segunda novela “La cordura del idiota” da un paso más cuidando la técnica, el estilo, con un lenguaje fresco, ágil y cercano que nos envuelve en una historia llena de suspense manteniendo al lector expectante.
.
Efectivamente, el autor, emplea en su escritura las tres personas gramaticales asignadas a la voz de sus personajes: primera persona para el protagonista, Toni Trinidad; segunda persona para Vega, la hermana de Toni; tercera persona para el resto de los personajes. Considero que es una técnica complicada, arriesgada, que Marto Pariente logra dominar haciéndonos saber en la primera frase quién nos va a relatar la historia en ese momento.
.
La localización espacial principal es un pequeño pueblo, Ascuas, de apenas 1000 habitantes de la provincia de Guadalajara, como expresa el autor: “Un lugar donde la gente se deshace de sus coches viejos casi con tanta frecuencia con la que decide morirse“.
.
Es una novela que desde la primera página no puedes dejar de leer, te envuelve, te engancha. Hay cabida para las mafias inmobiliarias, los traficantes de drogas, los sicarios…todo servido en bandeja de plata, como no podía ser de otra forma.
.
“La cordura del idiota” por su estructura, historia, su género tiene todos los ingredientes necesarios para convertirla en un thriller de gran éxito en la pantalla de cine.
.
Me ha gustado la historia narrada, los personajes elegidos, las descripciones concisas y claras que te facilitan poder visionar en tu mente las escenas al milímetro, yo diría que al estilo de un guión de cine, donde lo menos importante es preciso y necesario para entender la historia. Nada se dice al azar, aunque la narración tiene momentos donde sí hay cabida para ella, todo está concatenado para formar esa situación, esa escena necesaria que conforma el relato.
.
Con diálogos, pensamientos y reflexiones de sus personajes, sobre todo del protagonista, Toni Trinidad, que son ocurrentes, jugosos y acertados, llenos de sabiduría popular.
.
Toni Trinidad es un hombre poco afectivo, empático, no siente NADA -“Toni no sintió ni asco ni remordimiento. Nada“-, va por el mundo sin gracia ni salero, como un bobalicón, ni siente ni padece, pero… ¿será verdad? o ¿un resorte le provocará algún tipo de reacción? Únicamente el amor fraternal por su hermana Vega -capaz de tomar la decisión más difícil por él- con la que compartió una niñez trágica, y que desde entonces padece hemofobia, se desmaya si ve sangre, la suya o de otros. Pero los afectos del protagonista llegan un poco más allá, alcanzando a el Triste, el loco del pueblo -que en su estado se da cuenta de todo, ve las jugadas mejor que otros- y amigo suyo desde la infancia cuando “la locura aún no le había nublado sus ojos“. Llega a alcanzar a Trípode, el perro de 3 patas de su hermana y a un cachorro huérfano de madre. Toni es un hombre prudente y educado que ve, oye y actúa más de lo esperable. Me resulta encantador.
.
Hay un elemento, o mejor expresado, un espacio arquitectónico, “La Casa Amarilla”, el hospicio, de gran peso en la historia para su comprensión, donde los hermanos Trinidad vivieron 3 años hasta ser adoptados por los Tote. El doctor Barrios dirá: “Sucedió. De acuerdo, es algo traumático, pero recuerda que aceptar es vivir“.
.
Cuando a Toni Trinidad, ya adulto, las cosas podían no salirle bien, piensa: “Y si no fuese así, si las cosas volviesen a torcerse, bueno, pues ya pensaría en algo cuando no tuviese más remedio que hacerlo. Siempre ha sido así“. Trasmite un mensaje positivo: no sufrir anticipadamente. ¡Me encanta su serenidad!
.
El resto de personajes tienen su aquel sin desperdicio alguno, pero no me quiero extender más, os lo dejo a vosotros y ¡qué disfrutéis conociéndolos!
.
La forma de narrar de Marto Pariente, su capacidad de crear y contar historias de forma amena e inteligente, de hilar las palabras escritas manteniendo la intriga, de resolver incógnitas hasta presentarnos un final sorprendente, es sencillamente una maravilla.
.
La primera novela de este mismo autor,“Una bala para Riley“, la podéis encontrar en esta página publicada el 11 de octubre de 2015.
.
Gracias, Marto, por hacerme pasar un buen rato leyendo desde la primera página a la última.
.
¡Directores y productores cinematográficos, aquí hay filón!
PARCO, M. G.: “Satinet”. Relato corto escrito bajo seudónimo.
El autor nos explica cómo una tragedia nos lleva a la soledad y la locura con el paso del tiempo. A la limitación de la visión del mundo por debajo de las rodillas cuando la espalda se curva hacia delante y el cuello la acompaña con obligada genuflexión, bañada por un mutismo presente desde hace años.
¿Es lo que el protagonista del relato quiere ver? ¿o es lo único qué hay que ver?
Nos habla de cuidar la prole de los depredadores, del hombre sin rostro o con muchos rostros o, muchos hombres con un mismo rostro. Pensamientos que se pueden desechar pero también retornan configurando un infierno que es espera y repetición.
Tan falso es el satén rosa palo -satinet- como el secreto que, para todos menos uno, guarda con celo en una blanca caja.
“Satinet” es un breve relato escrito para un guión de cortometraje, así lo creo y lo veo.
Muchas gracias M. P.
Ahora vamos a desvelar el verdadero nombre del autor, Marto Pariente. Cuelgo el relato para que podáis leerlo. Todo ello con su permiso.
SATINET
(Satinet: falso satén generalmente hecho de fibra sintética o algodón).
La tarde de primavera estaba llena de frases de fecundidad y de promesas aún por romper, como los anidados huevos de perdiz escondidos en los pedregales o entre las removidas tierras de labranza. En esto pensaba el viejo y loco Berto camino del cementerio con una muñeca de trapo en los brazos y la brisa alborotando su cabello ralo.
Tiempo tuvo de pensar también, rodeando la torre del campanario, en que bien harían las perdices de cuidar su prole de los depredadores, de zorros y jabalíes, de grajos y urracas de plumas negras y del hombre sin rostro… ¿o de muchos rostros que solo era uno? ¿O eran muchos hombres con el mismo rostro? Consciente de que esto era una idea antigua, recurrente y desgastada, la dejó escurrir como los árboles dejan escurrir la savia. ¿Acaso los locos no desechan ideas? Sí, como los cuerdos, pero a diferencia de éstos, los pensamientos retornan. Olas que horadan la roca una y otra vez.
Pues, ¿qué es el infierno sino espera y repetición?
Caminaba a su manera, más bien anadeaba con la cabeza gacha, la barbilla atornillada al pecho. Pasos cortos sobre una suela carcomida que dejaba pasar la tibieza del asfalto. Ajados pantalones de pana marrón, revenidos y zurcidos en sus perneras a base de sietes. Todo en él eran remiendos. Todo…, y luego el sempiterno cigarrillo apagado y pendiendo de los labios, reprimiendo la boca abierta típica de los locos y la baba intentando escapar por las comisuras.
A eso de las ocho de la mañana, recién cantado el gallo, unas zapatillas de andar por casa, de un azul desvaído, embutidas en unos hinchados y varicosos pies de mujer, llamaron a su puerta. La Chusa, y no es que mirando su cara pueda reconocerla. Hace años que no mira a nadie la cara. Berto siempre andaba con los ojos al suelo y la barbilla hincada al pecho. Conocía a la gente por sus pies y sus zapatos y su voz.
De manera que aquella mañana, la Chusa con un nudo en la garganta y cambiando el peso de un pie a otro le dio los buenos días al loco y viejo Berto, y añadió que lo de buenos era por decir algo, que la habían llamado los del ayuntamiento, que el viejo Berto no tenía teléfono, que si esto, que si lo otro y que hiciese el favor de avisarle. Y claro, que ahí estaba ella en cuanto había colgado y que era importante… Y que si su cabeza tampoco es ya lo que era y que se liaba y que si se iba por los cerros de Úbeda; que la historia es que estaban remodelando la tapia del cementerio y que con tan mala suerte, fíjate tú…, que si el diablo enreda…, y que ya no hay profesionales como los de antes, que se lía otra vez y que tiene la olla en la lumbre; la cosa dice, era que con la grúa habían tirado la esquina de un bloque de nichos y que uno de los ataúdes era el de su hija. Abreviando, que esperaban allí al viejo Berto, que tenía que ir, vaya, y que si se le quemaban las lentejas y que…, si eso luego para la hora de comer le pasaba unas pocas; y adiós.
Berto se dirigió entonces a la habitación de su hija, la única de toda la casa que no había cambiado en cuarenta años y se sentó en el apolillado edredón e intentó, como siempre que entraba, captar su olor. Nada. Solo persistía en su memoria, y su memoria, como la de Chusa, ya no es la que era. Agarró entonces la muñeca de trapo y hundió con esperanza la nariz en la tela.
Lloró, solo olía a polvo.
Entonces llegó el viejo y loco Berto al cementerio donde los olmos de espigadas y afiladas sombras se recortaban contra un cielo preñado de nubes blancas. Avanzó hasta la tapia por entre los mausoleos. La maquinaria había parado, de fondo las primeras chicharras y el lejano ulular de una lechuza. En el suelo de gravilla, tres ataúdes, el más pequeño y patinado en blanco y forrado por dentro de satinet, abierto y vacío.
¿Vacío?
Vacío.
A su lado, inquietos los tacones de las botas de los operarios que aplastaban un cigarrillo tras otro. Aguardaban. También unos mocasines con borlas. La voz que le habló era la de los mocasines. El Alcalde, un tal Rufo. Y dijo, buenos días y también dijo que lo sentía, que había sido un accidente y que si quería presentar denuncia que lo entendía; que la pluma giró y que vaya por dios, había tirado parte del muro de los nichos. Un desastre, si señor, un desastre dijo, y después, repitió azorado otro vaya por dios. Y entonces la voz cascada de una de las botas de los operarios habló tras carraspear y le pidió a los mocasines que le preguntase por qué no había cadáver. Y los mocasines del Alcalde dijeron que claro, que eso también, que no había cuerpo y que bueno, no sé que decir Berto.
El loco y viejo que hacía años que no le dirigía a nadie la palabra, se sorprendió al apartarse el cigarro apagado de la boca y al escucharse decir:
Mi niña…, nunca apareció.
Después sorbió saliva y se colocó el pitillo de nuevo entre los labios, se acercó al pequeño ataúd y se acuclilló y pasó la palma de sus manos por el enmohecido acolchado. Recordó que en otra vida, cuando los rostros de los hombres no eran un solo rostro, había elegido el interior del cajeado de abedul de un satinet rosa palo. Colocó en su interior con mimo la muñeca de trapo que ya solo olía a polvo, bajó la tapa con el ligero chirriar de los goznes y echó el cierre.
Se largó sin despedirse.
Camino de casa pensó de nuevo que la tarde de primavera traía consigo frases de fecundidad, y como antes, su mente derivó a los huevos de perdiz y a sus depredadores. A todos los depredadores. Al hombre sin rostro, ¿o de muchos rostros que solo era uno? ¿O eran muchos hombres con el mismo rostro?
Ideas antiguas.
Olas que horadan la roca una y otra vez.
Pues, ¿qué es el infierno sino espera y repetición?
Marto Pariente nos presenta una novela corta y trepidante, en la que no hay descanso hasta el sorprendente final. Nada es lo que parece, nadie es quién se cree que es.
El autor nos introduce en una vertiginosa trama llena de situaciones adversas, donde la muerte cobra un gran protagonismo acechando a los diversos personajes, todos ellos de gran peso en la historia. Personajes atormentados por el pasado, por sus recuerdos, implicaciones y responsabilidades, que no temen a la vida, porque ya están muertos. carecen de miedo y son inconscientemente valientes.
Marto Pariente crea en su novela una estructura muy peculiar; parte de su obra está narrada por los recuerdos y la vida de Riley, en primera persona, que contrasta con la narración de los hechos actuales en tercera persona. Esta estructura interna, curiosamente, nos anticipa los hechos en boca de Riley, que después los describe el narrador, y no por ello, nos hacen perder interés en la historia, en otras ocasiones sucede a la inversa.
Entre el gran elenco de personajes, yo destacaría a tres protagonistas en el siguiente orden:
Riley: joven de 35 años, atormentado, desubicado, que tocó fondo y que trata de sobrevivir en otro mundo, que no era el suyo.
El Gringo: llamado Maxwell Miller a su llegada a España. Sicario de un cártel mexicano, desaprensivo, falto de emociones y sentimientos, con gran poder y gustos caros.
Salazar: inspector de policía que arrastra la trágica, y no superada, muerte de su hijo.
También quiero resaltar la puesta en escena de dos personajes secundarios:
Lucía: mujer de Riley, personaje fallecido, que vamos conociendo a través de los recuerdos de su marido.
Venecia Gallo: jovencísima prostituta de lujo, está presente en toda la historia, pero únicamente interactúa con el resto de los personajes en el último tercio de la novela.
Hay una frase de Riley con la que me quedo y resume el sentido más profundo de la historia: “Me había convertido en una especie de heraldo de la destrucción, que no traía consigo más que miseria, dolor y muerte“.
Una lectura amena, que mantiene la intriga hasta el final.
Muchas gracias, Marto. Aquí nos quedamos esperando tu próxima novela.