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“Cómo explicarte el mundo, Cris”.

ABERASTURI, Andrés: “Cómo explicarte el mundo, Cris”. La Esfera de los Libros, S.L., 2016. 200 páginas.

No hay capítulo, párrafo, frase, letra con la que no esté absolutamente de acuerdo en el libro “Cómo explicarte el mundo, Cris” de Andrés Aberasturi.

Andrés escribe a su hijo Cris como si pudiera leer las reflexiones que hace su padre. Reflexiones desde lo más íntimo, de forma desgarrada, sin adornos ni florituras, pero siempre imperando el amor infinito a su hijo con parálisis cerebral.

Nos habla de la necesidad y dependencia que siente hacia él, de la rabia por la privación de libertad y elección que sufre Cris.

Los padres desde el momento que nacen los hijos sufrimos un arrebato de amor y protección, se les quiere porque sí, a cambio de nada, daríamos la vida por ellos, y todo esto no varía aunque transcurran los años, lleguen a la etapa adulta dejando el nido vacío para volar libremente. Se trata de un amor incondicional para toda la vida. Deseas su felicidad por encima de la tuya. Te alegras por los avances y éxitos. Sufres por las desilusiones y fracasos.

Pero, qué sucede cuando el hijo al que se quiere tanto, no tiene voluntad, está privado de elección, de sentir, de hablar, del movimiento voluntario, de lágrimas…qué sucede…el amor incondicional, del que hablo en el párrafo anterior, siempre estará ahí, pero en esta situación, no habrá avances, progresos, éxitos…entonces, surge la impotencia, el dolor, la rabia, la ira, en definitiva, miles de preguntas sin respuesta.

Andrés Aberasturi nos habla con franqueza de sus vivencias, tan tiernas como duras, tan dulces como amargas, y lo hace de una forma serena, con un lenguaje cuidado y expresivo, como los sentimientos que en él refleja. Es un placer leerle como lo es escucharle hablar. Si te abstraes levemente, crees estar oyendo sus palabras al oído. Palabras que emocionan por el realismo, dureza, dulzura y amor por su hijo.

Este libro es un canto de amor y dedicación a Cris, privado de todo, excepto de vivir fisiológicamente hablando. Esta injusta vida que no está exenta de dolor, operaciones, ingresos hospitalarios, a los que ellos, como padres, se rebelan con impotencia, angustia, rabia, ¡cómo no puede ser de otra forma!

Andrés hace una reflexión, en la etapa de la vida donde empiezan a abandonarte las fuerzas, nos habla de sus deseos, como es sobrevivir a su hijo aunque sea un minuto, nos habla de sus miedos, de su resignación, pero expresa: “ni me conformo, ni lo tolero“.

Cris, pese a todo es un privilegiado, porque en su mala suerte cuenta con la ternura, dedicación y amor de los suyos.

Entiendo, comprendo la angustia de unos padres que no saben qué es lo que quiere su hijo, y qué no. Ignorar lo que siente, no saber qué lugar se ocupa en su mundo inexpugnable y lleno de misterios. El no saber por qué se ríe. El dolor de tomar decisiones por su hijo porque él no puede tomarlas, lo que supone el resquebrajamiento del corazón y la mente.

En palabras de Aberasturi: “¿Cómo será la vida sin tu presencia?”, “¿Cómo será la vida tan llena de tu ausencia?”, “Cris, aquí se trata de llegar a la verdad sin quedarse en los espejos”, “La confirmación estadística, la causalidad de una serie de errores de los que ni tú ni nosotros somos parte”, “Somos dos abismos que ni siquiera pueden conversar”, “Dejar hablar al sufrimiento para llegar a la verdad”, “Me acuso y no me culpo…”, “No quiero sobrevivientes…”, “…pero yo seguiré cada minuto de mi vida levantando mi voz sin esperanza alguna…”, “porque el error se puede asumir pero no comprender y mucho menos aceptar”. Frases que conforman parte de una reflexión serena.

En el capítulo 50 “El cuadernito“, Andrés, transcribe un carta escrita por la madre de Cris -cuando tenía 15 años-, fechada el 27 de mayo de 1995, donde reivindica su derecho a la maternidad robada en los primeros días del nacimiento hasta que pudo abrazar a su hijo y llevarlo a casa. Habla del profundo amor a sus hijos, que nunca fueron el uno más que el otro.

Cómo explicarte el mundo, Cris“, es un libro que emociona, es casi imposible escapar a realizar un ejercicio de empatía, ¡cómo no puede se de otra forma!, que te acerca a los sentimientos expresados por un padre.

Gracias, Andrés.